Por: A.M.F. EL LEÓN
Para
todos aquellos que quieran vivir en la misma morada del León, el CIELO nos de
su bendición.
«Observad cómo yo no he trabajado sólo para mí, sino que para todos aquellos
que andan en busca de la verdad».
Eclesiástico XXIV: 47
Un señor había escogido a un hombre
para que pusiera en práctica su plan y no hacía otra cosa que aquello que este le
mandaba. Un día el señor le dijo:
—En el fondo de ese pozo hay una
hermosa perla que puedes coger, entonces este se tiró inmediatamente al agua y
después de estar cinco años nadando sin ni siquiera dormir, salió con la perla
en la mano. Aun así, cuando salió dijo:
—Nunca tendré el valor de tirarme otra
vez a ese pozo.
Un amigo que escuchó lo que decía le
respondió:
—No has conseguido la perla.
Entonces el hombre dijo de nuevo:
—Soy un maestro de las artes marciales
y mi maestría ha quedado reducida casi a la teoría. Mi fortaleza corporal es
enfermiza y apenas tengo fuerzas para dar un paseo, prácticamente casi todos
mis alumnos me abandonaron y perdí a toda mi familia.
El amigo se quedó pensativo y al tiempo
dijo:
—He tenido un sueño, tu casa será
herida de muerte y sufrirás un calvario de amargura. El génesis del sufrimiento
estriba en haber cogido la perla, sin embargo, es el origen del conocimiento,
pues esta tiene un lado resplandeciente de luz y otro oscuro.
El hombre impresionado por aquel sueño
del amigo preguntó de inmediato:
—¿Qué has visto en el lado oscuro?
El amigo volvió a responderle:
—La concha que abre el CIELO y la
Tierra estará contigo, tanto unos como otros son seres materiales y por lo
tanto, imperfectos. Todos ellos necesitan de tu perla para obtener la suya sin
necesidad de tirarse al pozo, aunque también andarán por caminos escarpados y
lleno de espinas. El príncipe de este mundo les atacará y los echará contra ti,
como se les echa los perros a un escapado. Todos aquellos que tengan alas en
sus espaldas te llamarán día a día para comprobar la veracidad de su vuelo y
para no caerse desde las alturas. A ellos debe sumarse los que caminan como las
tortugas con el caparazón roto, siendo ellos totalmente vulnerables. Llegada la
hora del día, tendrás que danzar como una veleta huracanada al son del sonido
de las alas ansiosas y del frenesí de las torturadas tortugas que no les daba
tiempo de hacer la llamada del alivio.
Pasado el tiempo, habiéndose cumplido
el sueño, el hombre observó que unos con alas respiraban la paciencia y la
comprensión y otros, por el contrario, hacían batir sus alas demandando la
perfecta porción celestial e ignorando que esta porción ni en la Tierra ni en
el hombre existía. La vida puede durar cien años y está dividida en días malos
y buenos, en la noche y en el día: la noche para mirar la perla y el día para
cuidar a los seres alados y a las tortugas. Pero un día el hombre se dio cuenta
de que el amor actúa, mas no tiene propósitos, es decir, no se rige por el
egoísmo ni carece de empatía hacia los demás porque el corazón del amor es el
corazón de las personas que sufren. Muy drástica fue la descripción de la queja
de un ser alado demandando más tiempo de atención para sus aleteos. La
solidaridad, primera virtud cardinal del ser humano, era negada a los demás sin
entender que nadie tiene derecho a la porción de otro. El SENTIDO actúa y si la
vida apremia, hay que esforzarse y adaptarse a la celeridad para no dejar a
nadie fuera del carro de la fortuna porque, aunque presto y estrecho, es la
salvación a las desgracias apocalípticas venideras.
- Quien estima a
Dios abraza la justicia.
- Quien abraza la justicia actúa contra los soberbios.
- Perdido el respeto,
entonces la moral.
- La persona recta se atiene al respeto.
- El que alcanza el TAO en 30, ¡será por algo!
- La raíz del TAO constituye lo verdadero.
- El que alcanza el TAO nunca miente.
- Sus enseñanzas son ríos del CIELO y sus fuentes no mueren
por causas naturales.
- Cuando reine Jesús sobre la Tierra, entonces sus siervos también.
- El sabio no habla.
- El soberbio no sabe cerrar la boca.
- Callarse ante la injusticia es mellar el filo del espíritu.
- Cuantas más
personas cultiven el ingenio y la justicia, tanto más abundarán los hombres rectos y generosos.
A.M.F. EL LEÓN