domingo, 24 de marzo de 2013

AGRICULTURA ECOLÓGICA – MEDICINA ECOLÓGICA

ORGANISMO TIERRA – ORGANISMO HUMANO

Por: VIRGINIA MELGAREJO DOMÍNGUEZ


Como sabemos en los seres vivos están formados por los mismos elementos que componen la tierra. Ya en la Biblia se alude a esto cuando se dice que estamos hechos de barro.



Podríamos hacer una comparativa con la tierra como gran organismo (o sistema), y el cuerpo humano.


Si cultivamos la tierra nos da sus frutos, los frutos que den serán mejores en función del modo en que lo hagamos.




La revolución en la agricultura (a partir de finales del s. XIX) que dio lugar a la aparición de los abonos químicos, los cultivos intensivos o monocultivos y la mecanización, y el desarrollo de la ingeniería agrícola trajo consigo una nueva forma de cultivar, y poco a poco se fue practicando una agricultura intensiva, que permitía una mayor producción y una reducción del tiempo y de la mano de obra, todo sobre ruedas. Se pensaba en todo esto como algo beneficioso, ya que aumenta la producción y aparente mejora de los productos. Todo esto se ve aumentado ya en el s. XX con el uso de insecticidas, fungicidas…, y posteriormente la biotecnología o ingeniería genética.


Con el paso del tiempo tras la observación tanto de algunos científicos como sobre todo de personas sensibles a la naturaleza, se ha evidenciado que estos productos ejercían un efecto negativo en la tierra (medio), y también en el resultado del producto final (fruto). El empobrecimiento de la tierra, los efectos en las especies (tanto animales como vegetales), la contaminación del agua y un producto final pobre en sabor y calidad.

Por tanto todo esto iba generando un desequilibrio tanto en el medio como en las especies así como en los productos finales y en el consumidor.

Poco a poco estas voces que al principio eran reprobadas y apenas escuchadas, han ido calando en la sociedad, y ya son muchos que por un lado en cuanto expertos, ecologistas y biólogos ven los beneficios de una agricultura beneficiosa con el medio, y por otro lado los agricultores y muchos consumidores aprecian cada vez más unos productos lo más naturales posibles.

A pesar de que se siguen utilizando los métodos de cultivo intensivos y no ecológicos a gran escala, dando grandes beneficios a las multinacionales, existe una conciencia cada vez mayor que tiende al uso y consumo de la agricultura ecológica. Y no solo todo esto sino que ademas esta reconocida y valorada socialmente y a nivel oficial. beneficiándose de subvenciones a nivel europeo.

Si hablamos ahora de las distintas medicinas o tratamientos a nivel humano la cosa cambia. Pocas voces criticas con la medicina alópata son escuchadas, mas bien normalmente son acalladas, a pesar de que sus tratamientos podrían compararse a los de la agricultura convencional o intensiva sobre los cultivos.

Los antibióticos por ejemplo podrían compararse con los plaguicidas, si entendemos que éstos son perjudiciales para la tierra y sus frutos, también aquellos serian perjudiciales para nuestro organismo, que aunque ambos dan unos resultados rápidos, sus efectos colaterales rompen el equilibrio natural.


En la medicina natural, que podemos definir como ecológica o biológica, se respeta “el medio” es decir el organismo, ya que no es agresiva y fortalece el sistema inmunológico del que hemos sido dotados, creando armonía y sintonía con la naturaleza.

Podríamos seguir haciendo comparaciones por ejemplo entre los pesticidas y los antibióticos que son dos formas de tratar el medio suprimiendo el agente patógeno pero debilitando al medio u organismo y no atajando la causa.

Parece que en gran manera en la sociedad se aceptan los beneficios de una agricultura ecológica, por tanto se admite como válida y beneficiosa para el medio y el ser humano. Sin embargo en cuanto a la sanidad, la medicina natural es “reo” de persecución por parte de la sociedad o sistema, o queda relegada como medicina complementaria.

Cualquier intento de establecer como válido y como derecho el beneficio de una medicina ecológica, natural, respetuosa, evolutiva,… humana cae en saco roto.

Parece que hay grandes intereses en que no prospere una verdadera alternativa a la medicina convencional.

La única posibilidad que le queda a la medicina natural es ser practicada bajo la supervisor de un medico alópata (oficial), a pesar del abismo que hay entre una y otra forma de tratar.

Para ejercer como buen naturista se impone como norma básica o ley natural, el que el terapeuta también se trate de forma natural ya que la base de un correcto diagnostico implica que se este en equilibrio.

Otro pilar de la medicina natural es la alimentación vegetariana, imprescindible para que el tratamiento aplicado encuentre un medio o terreno limpio.

Un medico de medicina natural bien formado tiene unos conocimientos sobre la naturaleza humana y las leyes naturales, de las que el medico oficial carece o desconoce.

Una medicina holistica o integral, que abarque el plano físico, el mental y el espiritual, capaz de alcanzar el verdadero equilibrio o sanación.

El agricultor que practica una agricultura respetuosa con el medio es respetado y reconocido, sin embargo el naturista es perseguido o es objeto de recriminaciones o burlas, tratado como alguien carente de conocimientos.

Demandamos que la medicina natural tenga su sitio. Que al igual que un consumidor al comprar un fruto puede elegir si quiere uno ecológico o transgénico, también podamos elegir entre la medicina natural o la alópata.

Que cuando uno pague la seguridad social pueda elegir lo que con ello consume. Algo que también le haga frente al gran lucro de las multinacionales farmacéuticas.

Sanidad para la tierra, sanidad para el ser humano.

Si entendemos lo delicado de los ecosistemas cuando son intervenidos por la mano del hombre con sus vertidos químicos o contaminantes, tanto igual deberíamos entender que ocurre lo mismo con nuestro organismo.

Se hace necesario una medicina evolutiva, cósmica, que de buenos frutos; frutos que generen equilibrio y consciencia y así convivan en armonía el organismo humano y el organismo tierra:

El hombre y su casa.




Virginia Melgarejo Domínguez



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