lunes, 22 de abril de 2013

REGRESO AL PARAÍSO III

Por: JUDIT

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(...)

Todo esto es más complejo de lo que parece. Tú continúas en tu silencio y yo con mis inquietudes…

A partir del momento en que la consciencia se despierta, el proceso es irreversible.

Objetivo: caminar de regreso al Paraíso.
Primer paso: iniciar el camino con ese propósito.
¿Más… Qué camino...?

La verdad, sabes, es que me encuentro con una multitud de caminos. Me podías decir por cual me guío, pero no, te mantienes en silencio.

Pensaba yo que así cuando empezase el primer paso, el camino se quedaría definido. Mas no; si antes tenía algunos caminos, ahora tengo muchos.

Me apercibo de las ofertas, unas más fantásticas que otras, algunas exóticas...

Sin embargo, siempre, siempre, muy esotéricas. Me sentí perdida!

Por el camino me vendían milagros.

Me presentaban dioses, que más parecían demonios, demonios endeudados. Y como en una feria de muestras y subastas, con más o menos “encomiendas” y “ofertas”, bajo el abrigo de la luz de “velas de neón”, yo me zambullí en la busca del camino.

“La necesidad de creer
en Dios
es nada más que un impulso
genuino
de liberar/revelar un código
sutilmente grabado
en nuestros genes.”

¿Mi Dios, dónde andaba?...

Y yo, viajante solitaria, en una de las calles de la feria de muestras, intentaba mantenerme en el centro, no aproximarme demás, a los márgenes de aquel río oscuro, que eran aquellas calles. Seguí intentando equilibrar mi barco.

Optimista como soy, fui observando y pensando, que todo lo que pasaba en los márgenes, de cada lado de la calle, no podría ser tan malo como parecía, y decía para mí:

-¡No! ¡Esto no es así, esto no puede ser así! ¡Es ciertamente fruto de mi imaginación!



¡Llegué a pensar, si no me estaría volviendo loca! Tú sabes cuánto me dejo llevar por mi imaginación… EL mal no podría ser tan grande. Sabes, mi Dios, aquel en el que yo creo, no permitiría nada así... ¿O será que hasta mi Dios, era fruto de mi imaginación? ¿Y si yo estaba equivocada? Quizá me encontrase perdida en el medio de aquella calle, de aquel rio de aguas turbias… Quizá no existiese mi destino, mi propósito.

-¿Yo no era parte de aquello, sabes?! ¡No! Tenía de haber más, algo más, dónde yo pudiese pertenecer. ¡Si, porque yo existo! ¿O no?!...

Mientras eso, yo continuaba. Por veces era atraída para el margen que me ofrecía momentos fantásticos, cosas fantásticas, todo fantástico, fantástico, fantástico... y yo pensaba:

“¡Debo pertenecer aquí! ¡Si pertenezco aquí, entonces estaré en el camino correcto!”


Pero no! 

Algo estaba incompleto. 

Me faltaba la esencia, aquello por lo que yo ansiaba, y que de, algún modo, me daría la esperanza de saber que ‘Yo existo’. 

Es que esa historia de “Pienso luego existo” tampoco es muy verdadera; después de observar todo lo que se vendía en los márgenes de la calle donde estaba y en las veces en que yo estaba atraída para el margen, “me vendían pensamientos”

¿Increíble no? (de lo que es capaz el demonio…). 

Algunas veces, ya no sabía si lo que pensaba era mío, o era sólo los pensamientos que me habían vendido en el margen. 

-¿Dónde estaba mi Dios en esos momentos?... -¡Por favor!...

En el medio de toda aquella parafernalia de luces, dioses e inciensos, mi Dios debería estar por allí, puesto yo nunca lo había dejado de sentirlo, dentro de mí. 


El, mi Dios existía en mi consciencia. Esta pernoctando en mi tálamo como un indicador de transgresiones, se manifiesta en cada una de mis enfermedades (las enfermedades, no son más que, el reflejo de nuestras propias transgresiones), por otro lado es también como uno archivo de mis recuerdos. 

Acredito que esta justicia orgánica, nos hace cada vez más conscientes, por el hecho de que podemos venir a ser mártires en el transcurso del plan de Dios de llevar de nuevo al hombre al Paraíso - “Venga a nosotros tu reino” – y, que en esa inevitable guerra entre Dios y el maligno, podemos ser intérpretes con consecuencias drásticas. Como dice Tzu Hang “El árbol más fuerte podrá ser derribado.”
“En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu Pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro.”

Daniel: 12-1

Cuando estaba muy cansada pensaba que lo mejor era quedarme por allí, en el margen, en la orilla de la calle, pero yo sabía que Él debería estar un poco más adelante. Y así continuaba de nuevo, con aliento renovado, con el mismo entusiasmo y la misma determinación del primero paso.

Quizá no era la única en el medio de la calle, en el medio de aquel río… Más aquellos que yo había encontrado por allí se fueron de alguna forma, identificando con las ofertas que se presentaban, en algún punto del camino.

No sé si se quedarán por allí, o si encontraran un camino más rápido que el mío, lo que sé es que yo continué sola.

Y en esta existencia, entre Dios y el Diablo, quisiera ser, yo misma, una quimera.


“Si supiese
de que sería haría mi sueño,
soñaría.
El sueño, deshecho por defecto,
si no es perfecto,
no sería sueño.
Mas, si yo supiese de lo que se hizo,
sin defecto
tan perfecto sería
mi sueño!”



Y tú, continúas en tu silencio.

23h 22m – Mensaje enviado


Judit


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