Por: A.R.P.
La Propiedad Privada es necesaria para el uso pacífico y racional de los bienes materiales y como estímulo al trabajo; de aquí que el hombre tenga el derecho natural a la propiedad de los bienes.
El hombre libre tiene que tener su propio ámbito privado para poder evolucionar, gobernar su propia vida, y tener la capacidad de discernir lo bueno de lo malo.
Es necesario un cambio de conciencia en la sociedad, regulado por un orden jurídico, que haga posible este derecho en toda la gente, es decir la difusión de la propiedad privada. ¡TODOS PROPIETARIOS!
Actualmente la propiedad es llamada propiedad pasiva, o propiedad para adquirir, explotar o para ejercer poder sobre el hombre que se somete a sus normas por salarios ridículos, respecto al rendimiento de la empresa. Las grandes empresas no tienen nada que ver con las empresas familiares, que fomentan el ingenio y valoran la capacidad emprendedora de los individuos, de poder expresarse y plasmar su evolución en cada objeto y en cada obra, no reprimiendo la belleza plasmada en su trabajo.
El jefe se convierte en explotador en el momento en el que se apropia de un beneficio que esté por encima de su salario justo, y exceda la renta de su capital de las tasas de interés justas para el capital obtenido de fuentes externas.
Los altos beneficios de una empresa, o son fortuitos, o son resultado del fruto del trabajo de todos los componentes de la empresa no solo del propietario, es por tanto injusto y un mal para el trabajador si esos beneficios se los queda solo el propietario, deberían ser compartido por todos los trabajadores en relación a su trabajo y esfuerzo en la empresa.
Por lo tanto las empresas de grandes infraestructuras de ámbito nacional o internacional, son potencialmente dañinas para el trabajador, que está continuamente sometido a evaluaciones de rendimiento, que les lleva a una competición y lucha sin escrúpulos entre ellos por alcanzar metas indicadas por la empresa, por estar sometidos a una presión salarial, produciendo esto un desequilibrio en el bienestar social.
Las grandes empresas siempre intentan hundir a las pequeñas, que no pueden competir en el mercado impuesto por las grandes multinacionales y los impuestos, protocolos y formalidades a los que las somete el gobierno.
Desde el Antiguo Testamento vemos que unos pocos han oprimido al resto del pueblo en su propio beneficio y de unos pocos más. Dominados por las leyes del gobernador de esta Tierra, el Diablo, que desde entonces hasta ahora ha impuesto su ley marcial, manejando los hilos de las grandes firmas comerciales que esclavizan a toda la faz de la tierra, al pueblo llano y a los benditos de Dios.
Con el dinero sucede algo parecido a lo que ocurre con el aire que el hombre necesita pera respirar, si el oxígeno disminuye, sufre grandes penurias y hasta la muerte. Si lo recibe en demasía, también sufre, padece mareos, alteraciones pulmonares e incluso puede morir.
Para sentirse bien, es decir para que la respiración sea saludable, debe recibir una cantidad de oxígeno, la cual te permita satisfacer tus necesidades, pero ni más ni menos que en su justa medida.
El derecho a la propiedad privada fue ordenada por Dios y establecido firmemente en su ley, en algunos de sus mandamientos, “No cometerás adulterio”, “No robarás”, “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo”. (Éxodo 20: 14, 15, 17)
Por tanto contrariamente a lo que defiende El Comunismo, la propiedad privada no puede ser abolida, tiene que existir un método de transacción justo e igualitario para todos y que partiendo de unas necesidades básicas que todos deben tener satisfechas, cada uno debe tener en función de su esfuerzo y como fruto de su trabajo.
A.R.P.
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